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lunes, 5 de diciembre de 2011

¿QUE NO EXISTE LA EVOLUCIÓN?


En estos días de mediados del año 2011, del siglo XXI, estamos viviendo en la Tierra, la etapa que los Maestros de la Cosmogonía, a través de Madrecita Laura Antonia, han llamado: “la Era del Apocalipsis”, y de “la Locura Colectiva de la Humanidad”.
Los hombres terrenos por su parte, han llamado a este tiempo como “la Era Espacial”, “la Era Atómica”, “la Era Tecnológica”, “la Era Cibernética”, “la Era de la Ciencia”…
Sin embargo, hace algunas semanas, hemos quedados pasmados al escuchar, a través de un medio de comunicación de Santiago, a un religioso, guía de muchos, que negaba rotundamente la existencia de la Evolución, aportando numerosos argumentos muy discutibles, por cierto ; y terminaba su intervención con esta frase lapidaria: “¡La evolución no existe, por lo menos yo no desciendo del mono!”
Bueno, sabemos que la evolución no significa que el hombre descienda del mono…
Todos aquellos que se han interesado por estudiar esta materia, saben que respecto a la evolución de la especie humana, se han ido encontrando poco a poco, numerosos vestigios fósiles de hombres prehistóricos, pero aun quedan muchas preguntas sin respuesta, entre los antropólogos y paleontólogos al día de hoy.
Tal vez en otra ocasión podamos hablar de este interesante tema, si Dios quiere.
Pero veamos ahora: ¿Qué significa la palabra Evolución? Según el diccionario de la Lengua Castellana, se define allí a la Evolución (Entre otras acepciones) como “transformación” // Serie de transformaciones sucesivas // Teoría biológica que admite la transformación progresiva de las especies”.
La Evolución significa entonces: Cambio, transformación. Y en todos los ámbitos de la Naturaleza, todo está cambiando, todo se está transformando. Esto es evidente para todos aquellos que tienen ojos para ver y mente para comprender.
Observemos a la Naturaleza y  miremos la semilla de un árbol cualquiera. Esta cae en buena tierra y empieza a germinar. Ya es una semilla en transformación, que está dando vida al nuevo arbolito, el cual emergerá a la superficie de la tierra, como una tierna plantita. Luego de nacido,  seguirá transformándose, creciendo hasta convertirse en un grande y frondoso árbol. Este, a su vez y a su tiempo, echará semillas que darán origen a nuevos árboles. Igualmente sucede en la vida de los hombres, animales y vegetales que pueblan la Tierra.
Por otra parte, los seres que llamamos “inanimados” también tienen vida propia, porque están hechos de átomos; con vida individual, movimiento y transformación, cada uno de ellos y que en conjunto forman toda la materia del Universo. Tomemos el caso  de una roca. Esta pudo haber tenido su origen en un lago primitivo, con los sedimentos que por años se fueron depositando en su fondo. Con las transformaciones geológicas, el lago se secó y su fondo sedimentario se transformó en roca, o bien, esta roca se formó de la lava o de la ceniza candente lanzada a la atmósfera por una erupción volcánica. Esta lava o capa de cenizas, se petrificó con el paso de los años y se convirtió en durísima roca granítica. Pero al pasar siglos tal vez,  el viento y la lluvia, el calor y el frío, actuaron constantemente sobre la roca y la fueron erosionando, desintegrando poco a poco, y lo que antes fuera pétrea roca durísima, ahora es solo un montón de arena. Y así sucede en toda la Naturaleza.
Ya en la antigua Grecia, el filosofo Heràclito decía; “Nadie puede entrar dos veces en un mismo río”. Con esto significaba que en la Naturaleza y en el hombre todo está en constante transformación.
Si miramos la vida del hombre vemos que su organismo físico, experimenta  a través de su existencia terrena, una lenta muerte, desde el mismo instante de su nacimiento. En todas las etapas del desarrollo humano: Infancia, adolescencia, madurez, tercera edad, decrepitud y fallecimiento; todo es constante transformación.
Observemos ahora el desarrollo de las Sociedades Humanas o de las Civilizaciones diversas a través de la Historia. El caso de Roma, por ejemplo: ¿No empezó Roma con su fundación por Rómulo y Remo? Luego con las guerras de unificación y expansión se formó la República y mas adelante el Imperio Romano, que era tan extenso, que los romanos llamaron al Mar Mediterráneo: “Mare nostrum” (Mar nuestro), porque su Imperio abarcaba todo el Occidente de Europa y parte del Oriente Medio. Luego sobrevino la decadencia de ese extenso Imperio y las invasiones de los pueblos bárbaros, que finalmente causaron su desintegración y muerte. Hoy solo quedan de él, restos arquitectónicos y ruinas por doquier, como el siniestro Coliseo, en la Roma actual. Pero también es cierto que el legado cultural de Roma ha subsistido fuertemente enraizado entre nosotros hasta el día de hoy. Y las actuales naciones de Europa, nacieron de lo que fue el Imperio Romano.
Por lógica y ante la evidencia incontrarrestable, debemos convenir unánimes, de que todo está en constante cambio en nuestro planeta y en todo el Universo, como lo ha demostrado también la Astronomía.
Pero también el espíritu humano evoluciona de acuerdo a las obras que ejecuta el hombre en cada una de sus reencarnaciones terrenas, y siempre regido por las Leyes de la Vida, creadas por nuestro amado Divino Padre Creador.
¿Pero de dónde nace esta porfía en negar el hecho evidente de la Evolución, en hombres que son prosélitos de alguna religión terrena? Pensamos que esta obstinación nace de la interpretación errónea de los Capítulos uno y dos del Génesis, en el Antiguo Testamento de las Sagradas Escrituras de la Biblia.
Pronto intentaremos explicar nuestro humilde pero verdadero punto de vista, sobre la interpretación de estos dos capítulos Sagrados.
Pero eso será materia de una próxima entrada a este Blog, Dios mediante. Hasta entonces.
“Gloria al Divino Padre Creador en la alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de buena voluntad”