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domingo, 8 de julio de 2018

El género humano terrestre ha sufrido muchos Apocalipsis…


Los Maestros de la Cosmogonía, nos han revelado a través de nuestro “Puente Espiritual”, que desde el comienzo de la vida sedentaria, en el año 10.000 antes de Cristo, hasta la época que la Biblia llama el “Paraíso Terrenal”, con Adán y Eva como Profetas y que fue una alta civilización espiritual en Egipto, formada con la ayuda directa de Maestros de la Cosmogonía, que bajaron a la Tierra allí, en el año 3.600 a. C.; hubo 14 civilizaciones terrestres, todas ellas terminadas en forma catastrófica.
Después vienen las tres últimas civilizaciones o “generaciones”, cuyo testimonio está en la Biblia:
Primera Generación bíblica: Desde el Paraíso Terrenal con Adán y Eva, (3.600 a.C.) hasta el Diluvio de Noé, en el año 2.800 a. C. Sólo 8 personas fueron salvadas en el Arca, junto a muchos animales.
Segunda Generación bíblica: Desde los descendientes de Noé hasta el Éxodo de Israel bajo la guía del Profeta Moisés, en el año 1.200 a.C.
Tercera Generación bíblica: Desde el Éxodo de Israel, hasta el momento presente (julio de 2018), momento en que ya estamos viviendo el fin del final del actual Apocalipsis, y que terminará con el Día Final o Día de Iahvé, cuya fecha, día y hora, sólo conoce nuestro amadísimo Divino Padre Creador.
A continuación, señalaremos a nuestro amables lectores y gentiles lectoras, un interesante testimonio que nos ha dado el insigne filósofo griego Platón, en uno de sus inmortales “Diálogos”, respecto a los múltiples Apocalipsis que ha debido sufrir el género humano terreno:

Diálogo de Platón, “Timeo o de la Naturaleza”. (Platón, Obras Completas, pág. 1129)

En este Diálogo cuenta Platón una historia antigua referida por Solón, el más sabio de los siete sabios de Grecia, y que relata una visita que Solón (638-558 a. C) hizo a la antigua ciudad egipcia de Sais, donde un anciano sacerdote egipcio le reveló, entre otras cosas admirables, lo siguiente:
“Los hombres han sido destruidos y lo serán aun de muchas maneras. Por obra del fuego y del agua tuvieron lugar las más graves destrucciones. Pero también las ha habido menores, ocurridas de millares de formas diversas. Pues, eso que también se cuenta entre vosotros de que, cierta vez Faetón, hijo de Helios, habiendo uncido el carro de su padre, pero incapaz de dirigirlo por el camino que seguía su padre, incendió cuanto había sobre la Tierra y pereció él mismo, herido por un rayo, se cuenta en forma de leyenda.
La verdad es ésta: A veces en los cuerpos que dan vueltas en el cielo, en torno a la Tierra,” (tergiversado) “se produce una desviación o “paralaje” (el término “paralaje”, Platón lo emplea para designar la pequeña desviación por la que el movimiento circular, se aleja del movimiento propio de lo que se mueve por sí mismo) y en intervalos de tiempo muy espaciados, todo lo que hay sobre la Tierra muere”,(tergiversado) “por la superabundancia de fuego.
Entonces, todos los que habitan sobre las montañas, en los lugares elevados y en los que son secos, mueren, más que los que viven en lugares cercanos a los ríos y al mar. A nosotros en cambio, el Nilo, nuestro salvador, igual que en otras circunstancias, nos preserva también de esta calamidad, desbordándose.
Por el contrario, otras veces, cuando los Dioses purifican la Tierra por medio de las aguas y la inundan, sólo se salvan los boyeros y los pastores de las montañas, mientras que los habitantes de las ciudades que hay entre vosotros son arrastrados al mar por los ríos”.
…” Sin embargo, la verdad es que, en todos los lugares en que ni un frío excesivo ni un calor abrasador, puede hacer perecer a la raza humana, siempre existe ésta, unas veces más numerosa, otras veces menos”.
…” En principio vosotros no recordáis más que un diluvio terrestre, siendo así que anteriormente ha habido muchos de ésos”.
Hasta aquí dejamos la interesante cita de este Diálogo de Platón.
En nuestro tiempo, siglos XX y XXI, Madrecita Laura Antonia, la profeta chilena del Apocalipsis, fue enviada a la Tierra, para que desde  este confín del mundo, anunciara a la humanidad terrena que ya había llegado el Apocalipsis profetizado en las sagradas escrituras de la Biblia, tanto por los Profetas del Antiguo Testamento, como por el Divino Maestro Jesús, el Mesías, en los Evangelios y el Apóstol Juan Evangelista, en su libro Apocalipsis, el último libro sagrado del Nuevo Testamento de la Biblia.
He aquí un fragmento de un Mensaje de los Maestros de la Cosmogonía dejado a través de Madrecita Laura Antonia, el 23 de octubre de 1971, en Santiago:
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.
Amados discípulos: Vosotros, que habéis recibido nuestra Palabra, por Mandato del Padre Creador, la Hora de la Recolección, de la Clasificación, del Reparto de Frutos, se aproxima para todos los hombres de la humanidad.
El que hoy niega la existencia del espíritu, el ciego y sordo a nuestra Voz, será arrasado y llevado a la tierra de sus iguales. Porque las palabras escritas por Moisés, sostenidas por Jesús y repetidas por Nosotros: “Con la vara que mides, serás medido.”
Los locos verdaderos, que tratan de “locos” a los cuerdos, que ya han rasgado el velo de la ignorancia del dogma milenario, serán quemados en el fuego de vuestro propio infierno, ya que en estos instantes rompen la Armonía Universal. Cuando ellos invoquen la Ley del Padre Creador, la propia Ley los recogerá” …
A continuación, un Mensaje de los Maestros en que revelaron a Madrecita un Apocalipsis sucedido; y confirman el Fin de los Tiempos actuales, cuyo fin del Final hoy estamos viviendo en nuestro planeta Tierra:
22 de julio de 1971. Incorporación: (Este Mensaje fue dejado por escrito por los Maestros de la Cosmogonía, a través de la materia de Madrecita. Estaba dirigido sólo a ella, pero la Profeta decidió revelarlo a algunos discípulos)
“Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Algunos de los discípulos que se encuentran hoy contigo, fueron testigos, en el siglo XII antes de Cristo, del Cataclismo que destruyó las dos terceras partes de la Tierra. Muy pocos hombres, animales y especies vegetales, lograron sobrevivir de ese Cataclismo.
Todo el progreso alcanzado por el hombre, con la ayuda de otros Hermanos de Mundos Superiores, sucumbió en el fuego. La energía nuclear, que hoy nuevamente ha sido redescubierta, fue también empleada para autodestruirse. Esas mismas fuerzas, que dieron origen a la construcción de las Pirámides y pistas de aterrizaje para las naves de otros mundos y de vehículos atómicos, maquinarias, etc.
Con la práctica de experimentos atómicos también, sobrevino la destrucción.
Se hundieron en las profundidades continentes. Los volcanes lanzaron enormes humaredas, luego llamas en sus bocas; vomitaron fuego, piedras candentes. Se sacudió la Tierra agitada por grandes terremotos, que abrían abismos en las montañas y hacían desaparecer grandes extensiones de tierra.
El hombre, en su ambición, fue aniquilado entonces. Todos los elementos vinieron contra el hombre, respondiendo a su violencia y maldad: el viento, el fuego, las aguas, el obstinado furor del mar, ganaron la batalla.
El hombre rompió la armonía del Padre. Negó Su Existencia.
Pretendieron también dominar otros mundos Superiores. Salieron de la Tierra hacia otros mundos lejanos, con el propósito de conquistarlos y someterlos a su voluntad; y rompieron la Armonía. El Padre Creador, en Su Divina Sabiduría y Justicia, a cada ser y cosa dejó en su lugar. El hombre en materia, no puede alcanzar los Mundos Superiores. Cada mundo está acondicionado perfectamente para quienes lo habitan. Los Seres Progresados, (que son fluídicos), pueden por Justicia, descender a los mundos inferiores. Los seres inferiores, como el hombre en materia, no puede ascender a los Mundos Superiores. Es tan imposible como unir la noche con el día.
La Tierra fue condenada a esa catástrofe, porque los hombres se volvieron enemigos del Padre, porque pretendieron burlar Sus Leyes Divinas.
Bien sabéis cual será la horrenda suerte de los países de vuestra Tierra. Hoy en día, los hombres disponen de medios tan espantosos para matar, que ninguna ciudad, pequeña o grande, podrá salvarse de la destrucción. Todo desaparecerá. Todo quedará convertido en nubes de polvillo negro. Todo el progreso alcanzado por el hombre, todo el genio creador que existiera en el decurso de treinta siglos, no quedarán más que lacerados fragmentos o nombres huecos y ni siquiera tal vez eso quedará.
Es preciso proveer desde ahora, desde hoy a los hombres, de la verdadera Substancia Milagrosa proveniente del Padre: Los divinos efluvios del Amor en su verdadera acepción, para poner a salvo por lo menos a los señalados por la Ley de justicia. Pero aun no están ciertos de su elección, ni logran entendernos.
Hoy, si el hombre no logra perfeccionarse y detener la ambición y reconocerse hermano de su hermano e hijo obediente del Padre, acontecerá nuevamente otra batalla del hombre y los elementos que le permiten la vida. Comenzará esta batalla con las salvas de los volcanes, ciclones y terremotos. Se unificarán todas sus fuerzas y desencadenarán la tempestad máxima. Sobrevendrá desde los mares un viento tan poderoso y vertiginoso, que decapitará las montañas y romperá las escolleras naturales como si fueran dunas de arena. Habrá terremotos, lluvias, truenos y relámpagos. El rugido ensordecedor de los océanos enfurecidos.
Los horrores del futuro comenzaron. El Apocalipsis tendrá una prórroga”.
Los hombres terrícolas deben coger nuestros frutos y nutrirse. Cuiden los hombres su materia, que es muy delicada y perecedera, como el progreso. Todo está sujeto a destrucción. Deben los discípulos elegidos servir de guía a los hombres del planeta, a los que deseen escuchar a los 144.000 llamados, que traspasarán el Arco Celeste, con sus inmaculadas túnicas blancas. Deben los discípulos predicar como el Mesías: Palabra y Amor, materializados en el más puro amor.
Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.
(Nota final del hermano redactor: Se nos reveló aquí, que el Divino Padre Creador Todopoderoso, decidió postergar el Día Final, en la fecha de este Mensaje Sagrado: 22 de julio de 1971. Esta determinación del Todopoderoso Señor Dios, fue confirmada más adelante por nuestro Divino Maestro Jesús, el Mesías, en el siguiente Mensaje Revelación:
18 de septiembre de 1991. Mensaje del Divino Maestro Jesús, el Mesías, en incorporación en Madrecita Laura Antonia. El Divino Maestro oró con su manera de hablar característica, en tono pausado, agradable, con voz varonil de tono profundo y suave. Luego dijo:
“Después de tanto tiempo, ya he olvidado el lenguaje de los hombres de la Terra. El Divino Maestro Jesús siempre ha estado con vosotros.
La humanidad llegará un poco más allá del año 2.000, pero estará en sus restos. Los justos serán llevados sin sufrimiento a una Dimensión Superior.
Gloria al Divino Padre Creador en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”)

1 comentario:

  1. El género humano ha sido el único responsable de la degradación de esta mal llamada civilización.
    El hombre no ha querido reconocer a Dios Todopoderoso, el Sumo Hacedor de todo lo que existe en el Planeta y en el Universo. No ha respetado las Leyes Perfectas, Sabias y Divinas que gobiernan la vida, ha dañado la naturaleza de manera horrorosa, sin importar que destruya su planeta nodriza.

    El Divino Padre Creador a través de la reencarnación le ha dado al espíritu humano miles de oportunidades para que se regenere, para que sea obediente a sus mandamientos, pero aún así no ha querido aprender, no ha querido progresar y en vez de avanzar para lograr un estado espiritual superior ha ido en retroceso, yendo directamente a su autodestrucción.

    El Padre Celestial le dará a cada cual lo que merece, pues su justicia es perfecta e inexorable. Como lo han advertido los Profetas en muchas etapas de nuestra historia, puesto que ellos fueron enviados desde lo Alto para enmendar a los seres humanos y llevarlos por el camino del bien. Lamentablemente los hombres en su soberbia no han querido ver ni oír estas advertencias. Queda poco tiempo como para enderezar la senda.

    Nuestro Venerado Divino Maestro Jesús lo dijo: “Con la vara que mides serás medido”.
    De Dios la Voluntad. Que así sea.

    Hermana Lorena Perelló V.

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