El Partenón |
¡Atenas! Tú no podías dejar de
ser una ciudad fuerte, con la hidalguía, coraje y patriotismo de tus ciudadanos
en armas, soportaste el azote de la guerra provocada por los persas, aquellas
Guerras Médicas, que tanto dolor y desolación trajeron a tu tierra. Esparta
tampoco quedó al margen del conflicto contigo, desatando la devastadora Guerra
del Peloponeso. Por mucho tiempo colmaron los ámbitos los llantos y lamentos de
las inconsolables viudas de tus guerreros, que con determinación y heroísmo
defendieron tu legado de ciudad libre y próspera.
¡Atenas! Ciudad hermosa, tu
destino estaba trazado y como recompensa a tus esfuerzos nuestro Divino Padre
Creador, en un acto de amor y justicia forjó tu historia, para que en un
momento cronológico y preciso, tus muros imponentes albergaran a un gran
espíritu, del cual tus plaza y calles serían testigos del paso de aquel hombre
excelente, que con su incesante quehacer, daba a conocer la Verdad proveniente
del Supremo Hacedor, Dios Todopoderoso. Sí, Atenas, tú sabes que me refiero a
ese gran hombre que fue Sócrates. Con el tiempo todo recuerdo se desvanece,
pero ni el correr de los siglos ha podido borrar de ti Atenas, la imagen y
presencia de de aquel hombre extraordinario, que fue incisivo en sus preguntas,
irrebatible en sus razonamientos, humilde y noble en su actuar, de cuya boca
emanaban ríos de sabiduría, porque su espíritu estaba iluminado por la Verdad Suprema y cuya misión fue Sagrada y Divina.
Tu sabes, admirable Atenas, que Sócrates tuvo una Maestra que le enseñó la Luz
de la Verdad de la Ciencia Espiritual que proviene del Divino Padre Creador.
Fue una joven y hermosa mujer -- Diotima de Mantinea -- una medium
extraordinaria y profetiza, que lo guió por la senda de la Verdad más pura y
sublime. Ella fue una reencarnación de Madrecita Laura Antonia.
¡Ay Atenas! Si tus ciudadanos hubieran
logrado comprender, que conociéndose a sí mismos, habrían logrado conocer al
Padre Divino y a Sus Leyes Sabias, para obrar siempre en verdad y
justicia...Pero no fue así. Sócrates fue rechazado y menospreciado por muchos,
acusado de corromper a la juventud y otras calumnias, que como un torrente de
maldad lanzaron contra él los enemigos de Dios. Sólo sus más fieles y cercanos
discípulos, como lo fueron Platón, Alcibíades y otros, comprendieron su misión
y continuaron con su legado.
¡Qué elevado espíritu
despreciaron tus ciudadanos, Atenas! Desde lo alto, la Acrópolis fue también
una atenta observadora de la infatigable misión de Sócrates, tu ciudadano
escogido, incorruptible, intentando transmitir los más elevados conceptos
morales, en ayuda de aquellos espíritus deseosos de conocer la Verdad procedente del Padre Celestial. Tus plazas
fueron el escenario propicio de una perfecta academia natural donde Sócrates desarrolló
sus fascinantes diálogos con sus
discípulos. Mientras por otra parte y en las sombras mas tenebrosas, se
encontraban los envidiosos e intrigantes, aquellos espíritus malvados y
retardatarios, sin progreso, quienes, agazapados como fieras, se aprestaban a
dar su zarpazo mortal de bestias humanas, de
difamación y criminales calumnias, tal como siglos después lo hicieron
con nuestro amado Divino Maestro Jesús, el Mesías.
¡Ay de aquellos jueces inicuos y
perversos! Los que dentro de tus recintos, sentenciaron a muerte con injusticia
y total ignominia, al más justo y sabio de los hombres que pisaban tu suelo,
Atenas.
¿Recuerdas ese trágico instante
en el que ese hombre insigne escuchó aquella sentencia espuria, que para el
común de los hombres significa el más terrible veredicto?: ¡La muerte! Pero
Sócrates, que poseía la verdad en su espíritu, sabía que la muerte es sólo un
fantasma inexistente, puesto que el espíritu del hombre es inmortal y al dejar
su cuerpo físico, da solo un paso ineludible hacia el mundo espiritual, donde
vivirá su verdadera vida y siguiendo su eterno destino.
¡Atenas! Viste como el profeta
del Padre bebió de aquella copa fatal colmada de veneno, ante la angustia y
desesperación de sus discípulos, que en medio de su dolor veían la fortaleza de
aquel espíritu sublime.
¡Atenas! Qué tristeza
presenciaron en aquel instante tus plazas, calles y mercados en donde este
hombre sabio derramó su sabiduría a raudales sobre todo ciudadano que quisiera
escucharle. La infausta noticia de su muerte, se esparció como el viento por
cada rincón de tus cimientos, calles y muros, dejando caer la pesada culpa de
la ignominia cometida, sobre las cabezas de aquellos malvados que lo
persiguieron y condenaron.
Sócrates, en su momento postrero,
dirigió sus últimas palabras a uno de sus discípulos, diciendo: "Critón,
le debemos un gallo a Asclepio. Así es
que págaselo y no lo descuides"...Entonces. lamentos y llantos resonaron
en tus vetustos muros, Atenas.
La lluvia que entonces cayó sobre
ti Atenas, ciudad amada, corriendo por tus techos y murallas, resbalando por
las columnas de tu imponente Partenón, reflejó la tristeza de haber perdido al
hombre que con su presencia y su palabra excelsa, iluminó tus ámbitos ¡Oh
Atenas! con una luz más pura que el sol y mostró a la historia que allí existió
un hombre del cual emanó la Luz de la Verdad del Divino Padre Creador.
Hermano Juan Silva Carvajal.
Hermano Juan Silva Carvajal.
"La Muerte de Sócrates" obra del pintor Jacques-Louis David 1787 |
"Gloria al Divino Padre
Creador en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena
voluntad."
La Pintana, octubre de 2015.
El hno. tiene condiciones de escritor, felicitaciones, siga adelante por esta vía de entregar cultura a esta humanidad.
ResponderEliminarMagnífico relato y cronología de los hechos observados en la ciudad de Atenas, junto a la vida del representante de la Palabra Divina, como es Sócrates, quien debió lidiar con gran parte de los obtusos de mente y corazón que no reconocen al Padre.
ResponderEliminarFelicitaciones al hermano Juan!!....y muchos saludos a quien administra el blog, abriendo la oportunidad hacia quienes ven en la narración un canal para hacer florecer las palabras en favor de la Verdad.
Atenea
Es ampliamente conocido el gran aporte de la Civilización griega en múltiples disciplinas como las artes, deportes, filosofía, ciencia entre otras. Se destaca a Atenas como la ciudad cuna de toda esta cultura. Pero no todo lo que brilla es oro, también fue cuna de abusos, ambición, guerras, tiranía. Pero como bien dice el Hermano Juan Silva en su maravilloso escrito, Nuestro Amadísimo Padre Creador en su infinita misericordia envió un espíritu progresado, Sócrates, para dar a conocer la Luz en medio de un periodo de oscuridad para Atenas.
ResponderEliminarMis mas humildes felicitaciones al Hermano Juan por su precioso trabajo.
Hna. Lorena Perelló V.
Hermosa obra que plasma el sentir, de muchos hombres y mujeres.
ResponderEliminarViendo en aquel entonces a tan sabio hombre irradiar la ciencia espiritual en la ayuda de la humanidad, para así poder reconocer y amar a nuestro Divino Padre Creador.
También plasma el sentir de la injusticia y la persecución en todas las épocas, donde el hombre que viene con la verdad Divina es perseguido y asesinado por los hombres terrenos, para defender su egoísmo y materialismo.
Mis más sinceras felicitaciones al Hno. Juan por tan esplendorosa obra.
"Gloria al Divino Padre Creador en las Alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"