Por la hermana Loreto Santibañez
Diciembre 2015
Grande y elocuente fue el primer vistazo que le di: era un
niño robusto y saludable que con fuerza lloraba rogando por su alimento!!...qué
hermoso retoño era el Enviado de Dios.
Observé con júbilo que con su llegada colmaba de amor a esa familia,
anticipando la estrecha relación que forjaría con sus padres, ante las
vicisitudes que el destino les traería más adelante.
El calor de los animales le aseguraba cierto resguardo a la
familia para esa primera noche, y la quietud del pesebre les daba la seguridad
necesaria para ampararse ante posibles peligros. En cuestión de pocos días llegaron tres
hermosos príncipes, cuyos atavíos fastuosos denotaban su linaje real.
Llegaron para adorarle, y con regalos de oro, incienso y
mirra, que depositaron a sus minúsculos pies.
Ante los incrédulos ojos de los padres, que no entendían como habían
logrado dar con su paradero, estos magos de Oriente guardaban un secreto: tuvieron
la Guía Divina para lograr este exitoso cometido; una Nave enviada por el Divino Padre iluminó
día y noche su largo peregrinar, y fue la que les condujo ante su Hijo Dilecto.
Los magos estaban conminados por Herodes para avisarle acerca
de la ubicación del Niño, mas en sueños recibieron la instrucción de devolverse
a su país de origen, sin dar cuenta del éxito de su misión.
Cuánto temor asaltaría a los padres del Niño, cuando a los
pocos días supieron por sueños que debían huir a Egipto, para poner a salvo la
vida de su hijo. La noche fue su
compañera para iniciar tan angustioso y desesperado viaje.
Herodes se enervó con el engaño de los magos y dio la orden
de matar a todos los pequeños de dos años en Belén y sus alrededores, llenando
de lamentaciones y dolor a las madres del pueblo.
Cuando el rey desencarnó, veintiún años más tarde, un Ángel
del Padre Divino dio instrucciones a José para retornar a Nazaret, donde el
Niño, convertido en un apuesto joven, continuaría su formación junto a su
familia.
Cuando tuvo doce años en Egipto, sin perder nunca de vista a
este pequeño, lo vi hablando de las cosas de Dios ante fariseos y nobles de la
época con tanta prestancia y seguridad, que me asombré.
Sus palabras eran verdaderas y con su vocecita de niño quería
derribar falsos mitos, tratando de iluminar las mentes de quienes lo
escuchaban. Su sorprendente inteligencia
y respuestas impresionaron a los doctores de la sinagoga. Ya a esa edad, el pequeño daba muestras de
que en él alentaba el espíritu del Mesías.
EL ÁNGEL DE LA GUARDA
Bella reseña del nacimiento y parte de la vida de Nuestro Amadisimo Divino maestro Jesus.
ResponderEliminarBendito es el Divino Padre que envió a tan sorprendente espíritu a enmendar nuestro rumbo, hace ya tanto años, pero que sus palabras trascienden hasta el día de hoy, y nos asombran las verdades que se ocultan o pasan por alto a los ojos de los hombres en la biblia.
Esa época debió ser la mayor alegría que los espíritus habitantes de ese entonces pudieron vivir, lamentablemente fue totalmente al reves, pero su categórica forma de entregar y confirmar las leyes y enseñanzas de los profetas pasados, nos llenan de gozo.
Además no hay que quitarle mérito a Maria madre de Jesús y José su padre, que siguieron la guía de Nuestro Padre Creador, al pie de la letra. Esa es una enseñanza que deberíamos aprender hoy en día, dejarnos guiar por los Maestros de la Cosmogonía, que yo creo que nos cae a casi todos.
Gracias al Divino Padre Creador, por permitirnos conocer la verdad, a pesar de tantas veces que nos han venido a ayudar y muchas veces seguimos sin levantar cabeza.
Gracias al Divino Maestro Jesús, tal cual como el lo dijo, tantas veces los he querido juntar y no han querido. Yo me pregunto: ¿que esperamos para unirnos por la misma causa? Nuestro Divino Padre Creador, y seguir las enseñanzas de Madrecita y su sucesora.
"Gloria al Divino Padre Creador en las Alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"