Nos relata la Historia, que en el siglo V antes
de nuestra Era, en la ciudad griega de Atenas, floreció la Filosofía con un
hombre humilde, apodado “el tábano de Atenas”, porque incesantemente recorría
los lugares, las plazas y calles, preguntándoles cosas a sus conciudadanos. Su
método consistía en llevar poco a poco a su interlocutor, por medio de
preguntas sucesivas, al descubrimiento de la Verdad. Usaba el método que se
llamó la “Mayéutica”.
Entre la juventud especialmente, tuvo muchos
entusiastas discípulos, Alcibíades y Platón, entre otros, que lo seguían en sus
razonamientos. Porque Sócrates, que así se llamaba este hombre, les hacía ver
la Verdad de Dios, del hombre y de la Naturaleza, disipando la obscuridad de
las creencias idolátricas, prejuicios e ignorancia, que imbuían el pensamiento
de los atenienses en esos tiempos
remotos.
Como cultor y propagador de la Verdad, enseñó
del espíritu humano y de Dios, pues Sócrates fue un Profeta de Dios y por lo
tanto, debió sufrir el destino de los Profetas, en este Planeta de inconciencia
e ignorancia: Tuvo muchos detractores y enemigos mortales, entre ellos los
Sofistas, que finalmente por calumnias y,
en una confabulación con el poder político de turno, lograron su condena a muerte
bebiendo la cicuta, en la copa letal. Sin embargo los principios de su pensamiento
filosófico, sobrevivieron por los escritos de su discípulo Platón, que en
Diálogos inmortales, modeló las bases características de
determinados ciclos de la cultura Occidental, como el Renacimiento en Europa y
el Siglo de la Ilustración.
Todo hombre de la Tierra, en su juventud debe
realizar un aprendizaje, antes de emprender el cumplimiento de su misión en su
rencarnación. Así también Sócrates tuvo una Maestra, que le enseñó los
principios de la Ciencia Espiritual del Divino Padre Creador y el ejercicio del
Razonamiento, es decir, la Filosofía. Ella fue una joven y hermosa mujer,
extraordinaria médium, conectada con los Planos Espirituales Superiores del Universo
del Padre Divino: Diotima de Mantinea. Junto a ella permaneció Sócrates, absorbiendo
sus enseñanzas, antes de venir a cumplir su Misión Profética a su ciudad de
Atenas. Por Revelación sabemos que Diotima fue una rencarnación de Madrecita Laura
Antonia, que cumplió esa Misión Profética en ese tiempo, de transmitir la Verdadera
Palabra de Dios a Sócrates, preparándolo para su Misión Sagrada.
Uno de los sabios preceptos de Sócrates, que
han llegado hasta nosotros fue esta máxima: “Conócete a ti mismo”. ¿Qué
significa esta afirmación? Madrecita Laura Antonia nos enseñó que esto
significa que el hombre debe saber reconocer sus errores, con el fin de ir eliminándolos
de su diario vivir, e ir así perfeccionando su espíritu; que constituye el principio
vital e inmortal, que es verdaderamente, el hombre y la Vida. “Conócete a ti
mismo” significa que el hombre debe conocer la existencia del Divino Padre Creador
Todopoderoso, que ha creado el Universo y todos los seres y cosas que lo
pueblan. Y que es el Autor Divino de las Leyes Sabias, Perfectas e Inmutables,
que rigen la Vida y el eterno devenir del Cosmos y su eterna Transformación. ”Conócete a ti
mismo” significa que el hombre debe saber, que no solo es materia o Cuerpo Físico,
que por cierto tiene su vida autónoma, pero que la vida de la materia está
condicionada al espíritu que alienta en ella, durante la vida terrena del
hombre. Y también debe saber que existe un doble etérico del cuerpo físico, que
es el Periespíritu o Alma, que constituye un lazo de unión y comando entre el Espíritu y el Cuerpo Físico.
“Conócete a ti mismo” significa, que el hombre debe saber que el objeto de la vida en la Tierra, no es otro
que lograr su progreso espiritual, mediante obras de justicia, con las cuales
cumpla las Leyes Divinas. Y que en estas Leyes Sagradas reside la Moral, que es
la Ciencia de los Deberes, que le indica al hombre como debe comportarse en
todos los momentos de su vida en la Tierra. Y que cumpliendo sus deberes, el
hombre se hace virtuoso. “Conócete a ti mismo” significa, que el hombre debe
conocer las Leyes de la Vida: Nacer, Vivir la Vida de la Tierra, Desencarnar y
Rencarnar; estas Leyes Divinas que rigen inflexiblemente a los seres y cosas de
todo el Universo Infinito y Maravilloso, Obra Perfecta de las Manos del Padre.
Pero ¡Ay! Estamos rencarnados en el Planeta
Tierra, un Mundo aun primitivo, que es sólo de tercer grado en una escala
Universal del 1 al 9. Es un Planeta de expiación, donde todos sus habitantes
rencarnan pagando sus karmas, expiando sus culpas, cometidas contra sus semejantes.
Por lo tanto su humanidad se debate en la obscuridad y la ignorancia de la
Verdad, porque su grado de progreso espiritual no le permite conocer la Verdad.
Predomina en ellos la vida instintiva y las pasiones por lo material. Rechazan
la Luz espiritual que viene de Dios. Sin embargo hay muchos hombres y mujeres,
que por sus esfuerzos y sus sufrimientos, al pasar de los siglos, van adquiriendo un grado de
progreso suficiente. Por estos seres en progreso es que el Divino Padre, en Su
Misericordia Infinita, ha enviado a la Tierra a Sus Mensajeros los Profetas, en
distintas épocas y a diversas razas y latitudes, así como lo fueron entre otros:
Zoroastro, Quetzalcóatl, Buda, Pitágoras, Sócrates, los Profetas del Antiguo Testamento,
Mahoma, el Divino Maestro Jesús, el Mesías; Juan Apóstol y en nuestro tiempo,
Madrecita Laura Antonia, la Profeta del Apocalipsis en el siglo XX.
Emperador Marco Aurelio, que fue la reencarnación de Sócrates |
Pero la gran mayoría de la humanidad abomina de
la Luz y ama las tinieblas y la ignorancia del dogma milenario. Y eso ha pasado
en todas la épocas. Sócrates fue condenado a muerte por predicar la Verdad. Los
escritos de Platón, que contienen las enseñanzas de Sócrates, fueron tergiversados en gran parte, por un
Anticristo de la Filosofía, del cual más adelante hablaremos Dios mediante. Por
ejemplo, según la tradición Sócrates habría dicho: “Solo sé que nada se”, lo
cual es un absurdo, pues nuestro filósofo estaría negando todas sus enseñanzas
de la Verdad. Lo que en verdad dijo Sócrates fue. “Solo sé que no se, pero se
estudiar y se algo”, lo cual sí tiene sentido. Igualmente al Divino Maestro
Jesús, el Mesías, lo hacen decir en el Evangelio: “Es más fácil pasar un
camello por el ojo de una aguja, de que un rico entre en el Reino de los
Cielos”. Con lo cual hacen imposible que un rico pueda salvarse. Esto lo
inventaron los religiosos medievales, con el objeto que los ricos legaran sus
riquezas a la religión, antes de morir. Pero lo que el Maestro dijo en verdad
fue: “Es mas difícil pasar un hilo por el ojo de una aguja, de que un rico
halle la Senda” (de la Verdad). Porque la riqueza no es una condenación, sino
una prueba para el hombre.
Después de asesinarlo, los enemigos de Sócrates
tomaron una escultura de Sileno, el viejo sátiro de la mitología griega, dios
menor de la embriaguez, y le pusieron el nombre de nuestro Filósofo. Para saber
cual era la noble fisonomía de Sócrates, es necesario mirar el busto del
emperador romano Marco Aurelio, pues el espíritu de Sócrates rencarnó en él, en
aquella época del Imperio Romano.
El tiempo ya se termina. El Final está próximo
y es necesario que por lo menos una parte de la Humanidad pueda reaccionar y
hombres y mujeres lleguen a conocerse a sí mismos, como hijos del Padre Común y
Universal Creador, y hermanos de aquellos de sus semejantes, que merezcan ser amados
fraternalmente. No a los incurables, aquellas bestias humanas de Mercurio, ese horrendo planeta
prehistórico de Castigo, al cual volverán una vez que logren su perverso designio:
La autodestrucción de la humanidad.