Mi espíritu acoge un mandato, y
trato tal vez en un vano intento, de
dejar salir a esa musa inspiradora que está en lo más profundo de mi ser. Llevo
en el fondo de mi alma las vivencias de otras vidas, que en la Justicia del
Padre bendito, le ha tocado recorrer a mi espíritu inmortal que ha emanado del
regazo del Divino Padre Creador.
Le doy gracias ya que en Su Amor
Infinito, nos ha dado miles de oportunidades para progresar y así aproximarnos
cada día más a la Luz de Sus Alas Protectoras. ¡Gracias Padre amadísimo, por
permitirme existir y progresar!
Respiro profundo, cierro mis
ojos, pienso en el Divino Padre Creador y lo maravilloso que resulta un mundo
lleno de Su Luz y veo un vasto horizonte cubierto de delicadas flores de todos
los tonos, que adornan completamente un paraje maravilloso. Los árboles
muestran sus infinitos tonos de verde y se hace difícil describir con palabras
terrenas, la magnitud de esta visión celestial. Así, con este paisaje sublime,
mi espíritu viaja a un tiempo ya pasado, evoca un recuerdo que aún permanece
como el más precioso tesoro, guardado como en cofre de oro, en algún rincón de
mi espíritu.
Entonces me concentro en otro
tiempo y me desconecto completamente del mundo agitado y violento, que es la tónica
de este siglo de oscuras tinieblas. Rememoro, a través de la música clásica y
los acordes de una melodía inolvidable, un tiempo ya lejano y apacible,
guardado en lo más profundo de mis recuerdos de antaño y mi espíritu se llena
de nostalgia.
En esta evocación del pasado, veo
que estoy en una casa plena de luz, con grandes ventanales , que miran hacia un
parque cubierto de verdor, ornado de árboles centenarios y hermosos jardines,
tapizados completamente de perfumadas
flores de colores. Este es mi hogar en una vida pasada que extraño y mi alma se
regocija escuchando los acordes de un piano, que con su bella música, inunda a plenitud
todos los ámbitos de esta gran sala. Por un momento, no alcanzo a intuir quién
es al artista que interpreta tan bellas melodías; pero mi corazón y mi alma se
llenan de esos arpegios. Entonces cierro los ojos y esa delicada y hermosa
música, me produce sentimientos de profunda emoción, que estremecen todo mi
ser. Miro a través de esas ventanas, llenado mis ojos con la hermosísima vista
de aquellos jardines de ensueño, que se pierden en la colina cercana. Luego me
contemplo y me veo con un atuendo que es
de otra época, un largo y amplio vestido que se mece suavemente, con un leve
crujido de la tela mientras camino a través de un gran salón. ¡Soy
completamente feliz!
Entonces, al acercarme a ese admirable
instrumento que con su música deleita mis oídos, veo al artista ejecutante. Es
un hombre que viste un traje oscuro. Es delgado y
tiene un rostro ascético, agradable y varonil. Su pelo castaño es liso y lo usa
medianamente largo. El está sentado al
piano y sus hermosas y delgadas manos de pianista, con largos y ágiles dedos,
se deslizan sobre el teclado, ejecutando con maestría una delicada y bella melodía.
Él, absorto en su arte, no se ha percatado de mi presencia. De pronto, alza sus
ojos y me mira con tanto amor, que en ese momento el mundo circundante
desaparece para mí. Baja la vista y sigue ejecutando su música. Yo me alejo
feliz y enamorada, escuchando esas sublimes melodías que conmueven mi alma. La música de mi amado
me produce tal emoción, que es casi dolorosa para mi corazón, pero que sonando
tan suave y dulce es pues un deleite para mis oídos y mi espíritu.
Veo luego que juntos vamos en un
carruaje descubierto, recorriendo esos bosques interminables, por un sinuoso camino lleno de luz y rodeado de
verdor, mientras una suave brisa juguetea con mis cabellos. El coche sigue
avanzando al paso de una pareja de magníficos caballos blancos. Vamos en
silencio, muy juntos y con nuestras manos entrelazadas, admirando arrobados la
Naturaleza del Padre Divino y nos dejamos llevar por ese mundo maravilloso que
nos rodea, viviendo plenamente esos inolvidables momentos de aquella reencarnación
ya lejana, pero que llevo guardada con infinito e indeleble amor en lo más
profundo de mi espíritu.
Al parecer, estamos en algún
lugar de Europa, quizá en Austria. Sus bosque huelen a primavera, los
pajarillos revolotean cerca nuestro y sus trinos llenan todo el entorno. Es
como un dulce sueño todo aquello. Nuestro cochero se detiene en un recodo del
camino y nos bajamos a disfrutar de la Naturaleza, mientras un perfume de
jazmines y azahares nos llena de bienestar y de vida. Son los efluvios del
Padre Divino que percibimos en cada uno de nuestros pasos en esa reencarnación
inolvidable.
Cuando las flores ya han empezado
a cerrar sus pétalos, caemos en cuenta que ha llegado la hora del crepúsculo y
volvemos a nuestro refugio en medio del bosque. Cenamos y luego volvemos al salón,
donde él continúa sus ensayos al piano. Se sienta y comienza a acariciar ese
teclas blanquinegras y así van
emergiendo, cual mariposas en primavera, las suaves y melancólicas melodías que
inundan la espaciosa habitación. Esas
delicadas ondas musicales viajan a través de los árboles del bosque, que
al igual que yo, esperan ansiosos los bellos acordes que mi amado hace brotar desde aquel piano con maestría
consumada.
Para mí, hay algo de mágico en
esa música que brota desde el piano. Sólo necesito cerrar los ojos y la
videncia es inmediata. El gran salón, los ventanales, el piano... Y aquel
pianista con su espalda ligeramente encorvada y que toca y escribe su música...y
vuelve a tocar...y vuelve a escribir. ¡Está
componiendo una nueva obra! Bendigo al Divino Padre por permitir que esa música
sublime fluya de aquellas manos privilegiadas y se transforme en un valioso legado
cultural, que ha permanecido hasta el presente.
En la evocación de mi espíritu,
nuevamente esa música amada llena mi corazón y todo mi ser y la nostalgia de
los tiempos idos invade mi alma. Estoy transida de emoción y las lágrimas
resbalan por mis mejillas. He regresado al presente y comprendo la Ley de
Justicia el Padre Divino, que nos ha hecho nacer con múltiples envolturas materiales,
en todas las épocas y lugares desde el principio del tiempo.
Y entonces estoy de nuevo en esta
época, en una realidad distinta, pero aun puedo rememorar esos tiernos
sentimientos de antaño. Y ahora me invade la completa certeza que mi compañero
amado de hoy, es el mismo músico que amé ayer. Ahora no toca el piano, pero ama
la música clásica como antaño. Con mi corazón rebosante de emoción, doy gracias
al Padre Divino, porque hoy también nos acompañan dos de los más bellos
espíritus del Divino Padre, frutos de nuestro amor y alegría de nuestros
corazones. Ellas han completado nuestras vidas y han traído, aferrado a sus
alas, un pequeñito que revolotea incansable por todos lados y esperamos
fervientemente que sean más los que bajen a acompañarnos en el futuro.
Ahora solo me basta escuchar esas
notas del piano, para que mi espíritu vuele hacia aquellos tiempos felices,
plenos de amor, belleza y romanticismo y vuelva a escuchar esas melodías inolvidables,
que dulcemente se han quedado en mis oídos para siempre.
Gracias Padre amadísimo por Tu
Amor que lo envuelve Todo y la maravillosa posibilidad de conocer la grandeza y perfección de Tu
Creación, desde nuestro planeta Tierra, que es solo una brizna de la belleza
existente a través de Tu Universo Infinito y Maravilloso.
Hermana Ivonne Valdés
22 de noviembre de 2015
"Gloria al Divino Padre Creador en las alturas y paz en
la Tierra a los hombres de buena
voluntad".
"Gloria al Divino Padre Creador en las alturas y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad".
Hermosísimo viaje al pasado de la hermanita escritora, quien a través de los sueños retrocede a una vida anterior, con la complicidad de su cordón de plata, accediendo a un ambiente hogareño, inundado de amor.
ResponderEliminarBendito sea el Padre Creador que en su justicia y misericordia permite que ciertos sonidos, o paisajes o aromas en otros casos, nos hagan evocar vidas pasadas, sin descorrer totalmente el velo de la ignorancia.
Bendito sea su nombre por los siglos de los siglos, Amén
Atenea
Damos las infinitas gracias a nuestro Amado Padre Creador por su misericordia que nos da la posibilidad de tener un sinnúmero de reencarnaciones para que nuestro espíritu pueda ir aprendiendo y mejorando e ir ascendiendo en planos espirituales. Pero para que esto suceda tenemos que tener presente que debemos realizar obras de amor, de bien, trabajar incansablemente para El Todopoderoso, amarlo y respetarlo.
ResponderEliminarFelicito humildemente a nuestra hermana Presidenta por tan bello escrito.
Hna. Lorena Perello V.
Ufff que se puede decir, es difícil, muy difícil.
ResponderEliminarSimplemente maravilloso, maravilloso Nuestro Divino Padre Creador y maravillosa remembranza, muchas gracias por compartir tan bellos momentos pasados con nosotros. Debo reconocer que se me llenaron los ojos de lagrimas por la emoción y amor de sus palabras, y me ocurre cada vez que las vuelvo a leer.
"Gloria al Divino Padre Creador en las Alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"